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La mayoría de los vuelos de drones se controlan manualmente ("hands-on piloting"). El despegue, el vuelo y el aterrizaje se inician con un smartphone y/o un mando a distancia. El piloto se sitúa cerca del dron para tenerlo en su campo de visión. Tras unos 20 o 30 minutos, la capacidad de la batería se agota y el usuario debe cargar el dron mediante un cable de carga en una toma de corriente. Este procedimiento es poco práctico, antieconómico e impracticable para muchas aplicaciones industriales.
En enero de 2021, la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) autorizó los primeros vuelos comerciales de drones totalmente autónomos. Una empresa con sede en Massachusetts obtuvo permiso para operar drones sin un sistema de control manual ni la observación directa de un piloto. Aunque las operaciones sólo están permitidas en zonas rurales y a altitudes inferiores a 122 metros (400 pies), la aprobación es un paso importante en la ampliación de las aplicaciones comerciales de los drones para agricultores, operadores postales, operadores de centrales eléctricas y otros clientes.

Existen numerosos campos de aplicación para el Drone in a Box, aquí tiene algunos ejemplos:

La empresa exabotix ofrece drones que despegan automáticamente para realizar vuelos de inspección de gasoductos. El proveedor también ha diseñado sus propios hangares para drones, de modo que puedan despegar y volver a aterrizar en los lugares más remotos. El componente central de estos hangares -una plataforma que puede extenderse 4,5 metros con el dron sobre ella- se desplaza totalmente libre de lubricación y mantenimiento gracias a los raíles guía drylin® W.

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